martes, 29 de junio de 2010

Es hora del castigo.

El eterno resplandor de nuestros cuerpos nos sonríen
en esta noche de sacrificio, en este majestuoso ocaso,
te bese y me rogaste que te amara, otra vez,
ruegame, ruegame, otra vez.
Aquí te esperare junto al amanecer.
Escucha tu corazón crujir esta gritando
q regrese a volverte a la vida,
tus manos sujetan fuertemente las sabana,
las golpeas y tus lágrimas te queman,
ya no ahí nadie mas q las beba,
te muerdes los muslos y los pechos
recordando cuando me tragaba tu piel,
tus ojos quebradizos pueden admirar
el desierto de lágrimas q yacen muertas en tu rostro,
posas tus labios en tus muñecas pretendiendo besarme cerca,
cierra los ojos primor q suelo domar tu silueta,
con tus manos prendiendo ser las mías,
el viento gime, el fuego se expande en tu vientre,
quema muy dentro,
las sabanas se vuelven resbalosas en tu piel,
tu cabello danza en ese sueño convertido en una pesadilla
la cual niegas despertar... amarrame, sujetame, abrazame
con tus costillas deja que se incrusten en mi piel,
contra tu pecho, nos envolvemos, no dejes de soñar
aun llevas mi vida prendida cerca a ti.
Deja que nuestras almas onanistas
se junten en esta tormenta, esta noche es solo nuestra,
llegas soñolienta a casa licor en tus prendas,
cigarrillos extinguidos, pero la sed te quema el alma,
ojos risueños, plena noche para desvelarnos entre recuerdos
diseñados a tu gusto...
Nuestras almas, envuelven nuestros corazón en un solo latido,
silencio este es nuestro crimen perfecto.
Ya despertaremos y habremos olvidado todo
para luego recordarlo.
Noche tras noche.
PooBer.